La partida de la “Negra Grande de Colombia”
Un legado imborrable en la música y cultura colombiana
El mundo de la música en Colombia se vistió de luto al conocer el fallecimiento de Leonor González Mina, la icónica “Negra Grande de Colombia”. A sus 90 años, la cantante dejó su último suspiro en un asilo ubicado en el municipio vallecaucano de Pance, dejando atrás un legado que traspasó generaciones y fronteras.
Nacida el 16 de junio de 1934 en Jamundí, Valle del Cauca, Leonor González Mina provino de una familia de agricultores y mineros del corregimiento de Robles. Su vida estuvo marcada desde temprano por la música, que se convirtió en su refugio y pasión. Su carrera artística despegó en París, donde, por casualidad, tuvo la oportunidad de cantar mientras formaba parte del Ballet Folclórico de Delia y Manuel Zapata Olivella. Fue ahí, en ese emblemático escenario, donde la música se transformó en su vocación definitiva.
González Mina se destacó como una de las primeras figuras femeninas en dar a conocer los sonidos del Pacífico colombiano, y su versatilidad la llevó a explorar géneros como la cumbia, el bolero, la balada y la canción de autor. Su primer disco, “Cantos de mi tierra y de mi raza”, lanzado en 1964 bajo el sello Sonolux, marcó el inicio de una trayectoria repleta de éxitos y connotaciones culturales. Fue el director artístico Hernán Restrepo Duque quien le otorgó el memorable título de la “Negra Grande de Colombia”, una denominación que resonaría en cada rincón del país.
A lo largo de su carrera, González Mina dejó una impronta imborrable en la música nacional. Canciones como “Yo me llamo cumbia”, “Mi peregoyo” y “Navidad negra” se convirtieron en himnos que celebraban la rica herencia cultural de Colombia. Como artista integral, su arte no se limitó solo a la música; también incursionó exitosamente en la actuación, conquistando con su talento en cada desempeño.
Reconocida y admirada, Leonor González Mina cosechó varios premios y condecoraciones a lo largo de su vida. En 1975, el diario El Tiempo la nombró mejor artista de Colombia, y sus méritos fueron reconocidos a nivel internacional con la condecoración Andrés Bello por parte del gobierno de Venezuela en 1978 y la Orden Simón Bolívar en 1980 de su país natal.
Después de un periodo en el que se dedicó a la política, regresó a los escenarios en 2004, impulsada por la invitación de su amiga y colega Chavela Vargas. Esta segunda etapa de su carrera la llevó nuevamente a grabar y presentarse en vivo, logrando así reconectarse con su público. En 2016, el Ministerio de Cultura la premió con el galardón Vida y Obra, un reconocimiento más a su inestimable contribución a la música colombiana.
La muerte de Leonor González Mina no solo marca el fin de una era, sino que deja un vacío en el corazón de los colombianos que crecieron cantando sus canciones. Su legado permanecerá a través de sus letras, su inconfundible voz y su espíritu indomable, que moldearon la identidad musical del país. Hoy, más que nunca, se siente su ausencia, pero también se celebra su vida y su extraordinaria obra, símbolos de una Colombia rica en cultura y diversidad.
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