Esta es una de las jugadas más improbables en el golf y está entre la suerte y el acierto del jugador. Las posibilidades son de 1 en 3.500.

Muchos golfistas pasan toda su vida buscando un hoyo en uno, pero jamás lo logran, sin embargo, este no va a ser el caso de un niño australiano de 9 años que no pudo contener las lágrimas de felicidad y luego de ver que su bola picaba sobre ‘green’ y se metía al hoyo, un momento único y difícil de repetir que celebró junto a su padre, con quien se encontraba jugando y quien grabó el impacto de la bola.

El pequeño, de nombre Patrick Shell, se encontraba jugando el NorthCote Public Golf Course de Thornbury, en Melbourne, y luego de golpear la bola con su ‘driver’ y ver cómo esta ingresaba mansamente al hoyo, salió a festejar, lanzó su palo hacia un costado y escuchó las palabras de aliento de su padre, que lo felicitó por lo conseguido.

La posibilidad de que una persona consiga un hoyo en uno es de 1 en 3.500 impactos, algo que evidencia la dificultad de que esto suceda y la suerte que se necesita para que la bola entre al hoyo de un solo golpe, sin importar si se trata de profesionales o aficionados, siendo los aficionados quienes mayor número de hoyos en uno consiguen a lo largo del año.

“Eso es un hoyo en uno. Esto es increíble, es asombroso. ¿Cómo te sientes? Esto es simplemente increíble”, asegura el papá que en este caso ejerció como ‘caddie’ y lo motivó en todo momento.

Luego de ese festejo, padre e hijo se dirigieron hacia el hoyo a recoger la bola del pequeño y celebrar como se debe; el golfista con un vaso de limonada de frambuesa que, en este caso no fue gastada por él sino por su padre, que vivió un gran momento al lado de su hijo y tendrá un recuerdo que, seguramente, no olvidará.